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Seguro que más de un rebelde de la lista se siente identificado con el tema de hoy.

Voy a entender que llegados a este punto tanto tú como yo asumimos que en el contexto en el que vivimos de nada sirve ser útil y fiable si eres invisible.
Una forma menos agitadora de decir: “O marcas o caducas”.

Lo que pasa, es que demasiado a menudo asociamos la necesidad de ser visibles a:
  • cuando queremos vender algo
  • cuando queremos vendernos a nosotros mismos

Es decir, que creemos que necesitamos estar en el radar de otros o bien cuando emprendemos y tenemos algo que vender, o bien cuando lo que vendemos es nuestra fuerza de trabajo. Vamos, cuando estamos buscando un cambio de empresa o entramos en un momento de reinvención profesional.

Mi abuela dice que esto es “acordarse de Santa Bárbara cuando truena”.

Pero en fin, hasta cierto punto, es comprensible.
En general somos poco previsores y tendemos a ver sólo las consecuencias de cualquier cosa en el corto plazo. A lo que pueda pasar a medio o largo plazo no le prestamos ni medio minuto de nuestro tiempo.

Vemos lo que pasa a nuestro alrededor con gafas de corto alcance.

Pero, ¿y qué pasa si estamos trabajando por cuenta ajena y súper felices?
¿No necesitamos sobresalir? ¿Durante este período no necesitas trabajar tu marca personal?

Yo he sido muy feliz trabajando para terceros y cada día valoro más todo el aprendizaje y habilidades que he acumulado durante todo ese montonazo de años.

También agradezco el haber cambiado de rol en varias ocasiones y también de sector.
Ahora veo claro que todo eso me ha dado unas destrezas, capacidades y recursos que muchos de los emprendedores que inician su camino en solitario a los veintipocos años no tienen.

Pero al grano.

A pesar de haber trabajado para otros, nunca he dejado que nadie me quitase la idea de la cabeza de dejar de trabajar en mi desarrollo profesional.

Recuerdo que durante una etapa, siendo ya directora de marketing digital, “me llamaron al orden” por mi actividad en LinkedIn.

La verdad es que fue muy curioso porque uno de los factores que decantó mi contratación fue precisamente mi posicionamiento en esta red y mi forma de comunicar (así como presentar un perfil muy híbrido entre el mundo de la analítica y el del marketing).

Me pagaban por ser la directora de un departamento, el de marketing digital, que se estrenaba con mi llegada.
Y como a mí me gusta una formación más que a tonto un lápiz, me las apañé para crear talleres internos a los que acudieron buena parte de mis compañeros. Desde los que tenía en mi departamento, pasando por la otra directora de marketing y hasta el CEO.

Recuerdo que en el primer año, además de arrancar un departamento nuevo, también me tocó lidiar con la reforma integral de la web.
Pasamos de no tener lista de leads cualificados a tener más de 40.000. Y eso que el formulario de suscripción era lo más infumable que he visto en toda mi vida.
En toda, toda, toda mi vida.

Algo se hizo bien.
Se tomaron las decisiones correctas.
Mi equipo lo hizo muy bien.
Y yo también.

Peeeero, por otro lado y en petit comité, me daban el toque por ser muy activa en LinkedIn, no fuera que el resto creyera que lo que estaba haciendo era abrir oportunidades para largarme.

La verdad, no era el plan.
Al menos no lo era hasta ese momento.
Sin embargo, a partir de entonces la cosa cambió.

Me pregunto qué hubiera pasado si yo nunca me hubiera molestado en trabajar mi marca personal. Qué hubiera pasado si yo siguiera siendo una profesional invisible fuera de las 4 paredes de aquélla empresa.

Desde luego, no estaría en una buena situación para negociar absolutamente nada con un nuevo empleador.
Es más, las probabilidades de ser una buena candidata frente a otros profesionales con una marca personal potente serían muy escasas.

Y es en momentos como estos cuando te das cuenta del valor y el peso que tiene la marca personal.

Ok.
  • Pero…¿y si lo que hago en redes molesta?
  • ¿Y si empiezo a hablar sobre una de las temáticas que controlo y sobre las que quiero compartir contenido pero mi empresa/jefe/director de departamento ve en esto una amenaza?
  • ¿Y si creen que me quiero largar cuando en realidad estoy bien como estoy?
  • ¿Y si me quiero largar pero no quiero que se den cuenta de que quiero hacerlo?

Miedos y cuestiones muy comunes que mis clientes profesionales por cuenta ajena me plantean cada vez que empezamos a trabajar en su posicionamiento de marca.

Antes que nada quiero adelantarte, y sin paños calientes, que si la empresa (y me refiero a cualquier decisor) ve una amenaza en que tú desarrolles tu marca personal, tienes los días contados.
Y no porque sean ellos los que te vayan a echar, sino porque en tu cabeza empezará a germinar la idea de querer irte en cuanto tengas otra oportunidad.

¿Por qué? Porque cada vez estamos menos dispuestos a no sentirnos libres y plenos en nuestro trabajo.
Y además, trabajando por cuenta ajena, serán unas cuántas veces las que cambiarás sí o sí de trabajo a lo largo de tu carrera.
Más de dos.
Más de tres.
Probablemente, algunas más.

***
[Inciso aquí: vamos a entender que no estás haciendo nada que ponga en entredicho el nombre de la empresa que te paga, sino que lo que buscas con esa actividad es comunicar para posicionarte como experto o especialista en una materia concreta].

***

Todos tenemos que pagar facturas y comer todos los días varias veces, para lo que sí o sí necesitas pasta.
Pasta que conseguimos trabajando.
Pero ya no estamos dispuestos a trabajar sólo por dinero.

¿Cierto?

Queremos trabajar con y por valores parecidos a los nuestros.
Sentirnos orgullosos de la compañía para la que trabajamos.
Que crecemos dentro de ella.
Que no somos un número sin más.
Que somos una pieza importante en un engranaje.

Si no hay nada de eso y encima quieren limitar tu capacidad para sentirte pleno compartiendo el conocimiento que te dé la gana, vuelvo a repetir, tienes los días contados ahí dentro.

Así que resumo antes que empieces a bostezar.
Si estás trabajando por cuenta ajena:

  • Con alta probabilidad no vas a terminar tu carrera profesional en la empresa en la que estás ahora. Habrá cambios, saltos, idas y venidas. Y créeme, no importa si ahora mismo eres uno de los jefes o la mismísima CEO. Aplica a cualquier puesto. Dicho de otro modo, entrena tu mejor activo de negocio = marca personal.
  • Tu marca personal es importante tanto para ti, como para la compañía. Cualquier compañía inteligente que se precie y quiera ser competitiva, debería apostar por tener a los mejores dentro, así que si alguien se molesta porque quieras sobresalir, querido rebelde, estás en una compañía con muchos complejos (aunque sea una compañía “joven”. Es un tema de cultura de empresa, no de edad).
  • Apuesta por llegar a ser el profesional más valioso en el que seas capaz de convertirte. Incrementa tu valor para tu compañía y házselo ver. Recuerda que no eres insustituible; de hecho, ninguno lo somos, pero sí tienes tu propia singularidad profesional, así que haz que eso tenga peso dentro de la empresa. Comunica hacia dentro todo lo que aportas.
  • Desarrolla tu rol de intraemprendedor. Sí, desde dentro. Si la empresa para la que trabajas de verdad apuesta por el talento que tiene dentro estoy segura que juntos podréis desarrollar acciones que vengan bien a ambas partes.

¿Y por dónde empezar para incrementar tu valor como profesional?
Tienes mil opciones, pero las que no suelen fallar son:
  • LinkedIn, sin duda el aliado perfecto. No hay excusa. No me digas que si haces algo a tu empresa le va a molestar porque existen muchas fórmulas para que puedas moverte con solvencia en la red profesional sin que tu actividad entre en conflicto con tu empresa. Créeme, que asesoro a muchos, muchos profesionales por cuenta ajena en LinkedIn.
  • Dando un paso al frente participando en eventos dentro de la empresa. Propón, lleva una propuesta. No una idea de bombero torero sin sentido. Lleva algo pensado que tu compañía vea beneficioso para ambas partes. Y si no puede ser dentro, o no te apetece, ve fuera. Construye una marca personal influyente, y de paso, relaciónate con los referentes del sector. ¡Los contactos siempre suman!
  • Crea tu propio ecosistema digital. No te líes la manta a la cabeza queriendo estar en mil sitios a la vez. Elige bien y con estrategia, y ahí, comparte. No seas rácan@ con lo que aportes.


Ay señor, este correo bien podría ser una masterclass, pero aunque necesites varios días para leerla entera, me quedo tranquila si sé que te ha servido para reflexionar y tomar acción.

Es todo por hoy rebelde.
Llega el finde y tengo posibilidad de plaza en una guarde para Baby Rebel.
Y encima hoy he vendido un montón de servicios, incluyendo mentoring individual, sin hacer “nada”.

¿Cómo? Pues por el poder de la marca. El poder de la marca personal.

Mil besos.
Me voy a escuchar un poco de metal.

Mariam

PD: si quieres ponerte ya con tu estrategia de marca personal y dejar de procrastinar de una santa vez, es aquí, conmigo. Responde al cuestionario y la semana que viene hablamos. Tú y yo.



Mariam Veiga

O Marcas O Caducas

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