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desde Ibiza
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Soy una cateta.
Y las casualidades existen.

Vale, ambas cosas no parecen muy conectadas entre sí, pero verás.

Resulta que decido escaparme a Ibiza 4 días para recargar pilas justo antes del inicio de la 7ª edición del mentoring grupal.

Y como resulta que estoy embarazada, parece que eso de bajar un poco el ritmo va bien.
No hay día en el que alguien no me llame al orden para que baje marchas y disfrute del proceso.
Vale.
Bien.
Gracias.

Lo que pasa es que por delante tengo tres meses (mayo, junio y julio) a tope de nuevos retos y muchas horas de trabajo.
Y yo feliz.
Me pone.

Por eso este mini-break a la isla bonita me vendría genial.
Mis primeras vacaciones desde hace algo más de 3 años.

Total, que elijo Ibiza para relajarme.
Claro que igual un balneario hubiera estado mejor y mucho más barato.
No sé.

¿Y dónde está la casualidad?
Resulta que mi amiga Ali me dice que también se escapa a la isla para desconectar y de paso aprovechar los openings.

Claro que cuando me dice esto lo primero que pienso es que eso de los openings es un congreso relacionado con lo nuestro del que yo no me había enterado.

Resumiendo: soy una cateta.

A ver, que los openings sí podrían considerarse reuniones, pero no de trabajo.
En fin, embarazada y sintiéndome como una abuela cuando me entero de qué va todo eso.

Estoy “fuerísima”.
Al final Ali y yo viajamos en el mismo día y en el mismo vuelo.
Una para conocer Ushuaïa, y la otra para dar largos paseos frente al mar y tirarse en la tumbona de la piscina del hotel rodeada de alemanes color rojo Mariam Veiga.

Y allí estaba yo.
En Ibiza, sin fiesta-party-pachanga y sin poder tomarme ni un triste mojito.
Pero oiga, vaya atardeceres, ehhh.

Me regalé casi 4 días de relax.
Con poquísimo equipaje y con un par de libros.
Ya.

Me regalé tiempo para mí.
Para pensar en todo lo que viene más allá del mentoring, los próximos lanzamientos y demás.

No me dio ni por escribir.
Cosa rara en mí. Y eso que a todas partes venía siempre conmigo una mini-libreta donde anoto las mil ideas que se me pasan por la cabeza para crear posts o newsletters.

Cero.
Nada.
Ni metal, ni guitarras.

Silencio, mar y caminatas.
Y mucha luz.
Y visitas al Café del Mar.

Al final del paseo descubrimos esta terraza y nos encantó.
En realidad, me encantó a mí.

No tiene nada de especial, salvo por la ubicación y las vistas.
De nuevo, la luz.

Y ahí me sentí como una reina pidiendo mi primer cocktail estando embarazada.
Claro, sin alcohol.
Pero ya es de mis favoritos.
Fruta de la pasión, leche de coco, plátano y un toque de sirope de chocolate blanco.

Una guarrada a precio pijo que está buenísimo.
Con pajita y todo.
Y aquellas vistas.
Y con esa luz.

Fue un momentazo.

Me sentí afortunada por poder estar allí disfrutando de aquello, y de todo lo que estoy viviendo, tanto en mi vida personal como en la profesional.

3 años después tengo un negocio del que puedo vivir casi desde el primer momento de lanzarme al emprendimiento.
Sin experiencias previas y más sola que la una.

Pero contra todo pronóstico, superando una ruptura, una pandemia mundial, dos mudanzas en pocos meses, empezando del cero absoluto y con mi vida en cajas de cartón, lo conseguí.

Yo, que también pensaba que no sería capaz de convencer a nadie como para que me comprase un servicio de esos que llaman “high ticket”, y con mi miedo a que los referentes de mi sector me vieran como una intrusa.

Sin apoyo técnico ni infraestructura de ninguna clase.
Ni web, ni automatizaciones, ni campañas de publicidad de ningún tipo y con la misma lucha de todos contra los algoritmos.

Pero tenía claro cómo lo quería hacer.
Lo que quería conseguir.
Cómo debía dirigirme a las personas correctas.

Sabía que para vender tenía que hacerme experta.
Experta es escuchar.
Invertir casi todo mi tiempo en esto y mi parte del dinero que tenía en asesorarme bien sobre las cosas que yo no sabía hacer.
Y después, dejarme las pestañas pasando de la idea a la acción.

Y tuve suerte.
¿Suerte?

Suerte fue acertar con el Dream Big a la primera. Porque podría haber sido una plasta blanca asquerosa y pastosa, pero no.

Dream Big.
Un cocktail que me dio para mucha reflexión.
Ya ves.

¡DREAM BIG!


3 años para iniciar mi propio camino.
Sí, con mucho por mejorar y aún más por aprender.
Pero estoy convencida de que lo mejor está por llegar.

Quiero algo aún mejor.
Sueño en grande.

Rebelde, si tú también quieres crear tu propio camino vendiendo tus servicios, tus formaciones, infoproductos o multiplicando tus oportunidades de negocio con una marca personal potente y que de una vez por todas comunique todo lo que tienes para dar, pásate por este enlace y nos pondremos en marcha a la de ya.





Lán-za-te rebelde.
O Marcas, O Caducas.

Es todo por hoy.
Nos vemos mañana.

Mariam

PD: Estoy muy, muy contenta con el grupo de la séptima edición.


Mariam Veiga

O Marcas O Caducas

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